…y fue entonces ahí cuando se lo dije. Le dije que me tenía cansado, chato, aburrido, lateado, hasta más arriba de la coronilla, hasta más arriba del gorro de cocinero, hasta aquí. Se lo dije acompañando cada palabra con el gesto de enojo correspondiente. Ella estaba como ausente, como con esa actitud tan propia de ella en los momentos serios. Con esa postura de a-mi-también-me-afecta-pero-no-pierdo-la-calma tan típica.
No se inmutaba hasta que se lo vomité. Quiero que esto llegue hasta aquí no más, dije, y ella, levantando su cara y quemándome con esa mirada orgullosa que irradiaban sus ojos, me dijo, estás seguro de lo que me estás pidiendo?, has pensado en el peso de tus palabras?, y yo, cada palabra, dije.
El silencio que vino fue como el baño frío después de una ducha caliente, como el shock que produce el agua fría al golpear el cuerpo cálido, mismo shock que después te deja fresquito, rico, livianito, como lleno de vida, como listo pa´ salir a triunfar. Este silencio fue lo mismo, el pencazo en l´hocico que se llevó cuando le dije que estaba seguro de cada palabra la dejó en shock, y a mí, me dejó fresquito, livianito, me saqué el paracaídas de la espalda, vomité el nudo que vivía en mi garganta. El silencio pasó a ser mi secuaz.
Y después me traicionó el pasado. Vino una ráfaga de viento de no sé donde y con su hielo la hizo tiritar. Las hojas cayeron a raudales del árbol al costado del asiento del parque y como sentí frío supuse que ella también. La abracé.
Cuando la tenía entre mis brazos me hizo un lado. Recuperó su orgullo y el pencazo en l´hocico del duchazo frío me dejó out, se cambiaban los papeles, ahora era ella la livianita, la lista pa` triunfar. Lo vomitó todo. Conmigo ella envejecía, dijo, conmigo ella dejaba de hacer cosas que le gustaban, conmigo ya no se sentía plena. Dentro de mí, y aunque ahora el duchazo frío salpicaba el aire con su gélido actuar, había una especie de tranquilidad, un placebo que me dejaba estirado en una cama sin querer levantarme más de ahí, era raro, nunca supe que fue, pero no quería salir de eso. Comprendí que cuando decía “nuestra música, nuestros libros, nuestras películas”, me refería a mi música, a mis libros y a mis películas y que cuando ella decía “nuestra música, nuestros libros, nuestras películas” se refería a su música, sus libros, sus películas y me aterró avanzar en este pensamiento y concluir que cuando yo decía “nuestra vida” me refería a mi vida con ella y no a la sinergia que significaba el estar juntos. No hablamos el mismo idioma, concluí. La veía gesticular y mover sus manos, sacarse la bufanda que le había regalado y tirarla al suelo, junto a las hojas caídas del árbol esa fría tarde de abril, un perro callejero se acercó a olerla, se alejó trotando, hasta los perros detestan el hedor del orgullo, pensé. La veía mover sus labios pero no escuchaba nada, para mí no emitía sonidos, ¡activen los subtítulos! parece que grité, y ella, callando de golpe me cacheteó la cara. No hablamos el mismo idioma, me gritó y volví al mundo sonoro y en mi espalda tenía la sensación de haber estado acostado por mucho tiempo.
La gente pasaba alrededor como fantasmas que trataban de asustar, pero con esas sábanas amarillentas daban pena, el viento levantaba las hojas que infructuosamente trataba de apilar un viejo de cotona azúl, una pareja de escolares caminaban de la mano.
Ponme atención cuando te habló, dijo, y yo, como volviendo de otro mundo, me hablabas?, contesté. De eso me tienes aburrida de que nunca sea importante para tí, me gritó y noté como nunca una mirada húmeda y tierna, y fue en esa tarde gris con extrañas pintas celestes donde la ví por última vez, porque después de esa frase supe que era el momento de dar el tiro de gracia, no me busques más, ya nunca estaré, dije, y esas pintas celestes resbalaron por sus mejillas y fueron a enterrarse en la sequedad de las hojas que como alfombra persa se extendían bajo nuestros pies. Me acerqué y la besé en sus amoratados labios, estaba fría, la ducha helada se había extendido por más de lo normal. Me dí vuelta y comencé a andar, en realidad flotaba, sentía como que seguía en la cama y me llevaban a algún lugar donde a ratos pasábamos por ventanas de las cuales me daba el sol por entre los visillos. No recuerdo si miré atrás buscándola. El frío se despedía y comenzaban a caer gotas primero esparcidas y luego más constantes, y comprendí, en esa fría tarde gris que cada pinta celeste no eran los claros que adornaban el cielo color ratón, sino las gotas que pasaban frente a mis ojos, cada pinta celeste era en realidad una burbuja en cuyo interior, como fotografías escalofriantes, aparecían escenas de mi vida y de la de ella, de nuestra vida juntos en sinergia, en esa tarde gris donde cada gota que caía dejaba su estela celeste delante, una especie de cortina o biombo que hasta el día de hoy me cuesta dejar atrás.
No se inmutaba hasta que se lo vomité. Quiero que esto llegue hasta aquí no más, dije, y ella, levantando su cara y quemándome con esa mirada orgullosa que irradiaban sus ojos, me dijo, estás seguro de lo que me estás pidiendo?, has pensado en el peso de tus palabras?, y yo, cada palabra, dije.
El silencio que vino fue como el baño frío después de una ducha caliente, como el shock que produce el agua fría al golpear el cuerpo cálido, mismo shock que después te deja fresquito, rico, livianito, como lleno de vida, como listo pa´ salir a triunfar. Este silencio fue lo mismo, el pencazo en l´hocico que se llevó cuando le dije que estaba seguro de cada palabra la dejó en shock, y a mí, me dejó fresquito, livianito, me saqué el paracaídas de la espalda, vomité el nudo que vivía en mi garganta. El silencio pasó a ser mi secuaz.
Y después me traicionó el pasado. Vino una ráfaga de viento de no sé donde y con su hielo la hizo tiritar. Las hojas cayeron a raudales del árbol al costado del asiento del parque y como sentí frío supuse que ella también. La abracé.
Cuando la tenía entre mis brazos me hizo un lado. Recuperó su orgullo y el pencazo en l´hocico del duchazo frío me dejó out, se cambiaban los papeles, ahora era ella la livianita, la lista pa` triunfar. Lo vomitó todo. Conmigo ella envejecía, dijo, conmigo ella dejaba de hacer cosas que le gustaban, conmigo ya no se sentía plena. Dentro de mí, y aunque ahora el duchazo frío salpicaba el aire con su gélido actuar, había una especie de tranquilidad, un placebo que me dejaba estirado en una cama sin querer levantarme más de ahí, era raro, nunca supe que fue, pero no quería salir de eso. Comprendí que cuando decía “nuestra música, nuestros libros, nuestras películas”, me refería a mi música, a mis libros y a mis películas y que cuando ella decía “nuestra música, nuestros libros, nuestras películas” se refería a su música, sus libros, sus películas y me aterró avanzar en este pensamiento y concluir que cuando yo decía “nuestra vida” me refería a mi vida con ella y no a la sinergia que significaba el estar juntos. No hablamos el mismo idioma, concluí. La veía gesticular y mover sus manos, sacarse la bufanda que le había regalado y tirarla al suelo, junto a las hojas caídas del árbol esa fría tarde de abril, un perro callejero se acercó a olerla, se alejó trotando, hasta los perros detestan el hedor del orgullo, pensé. La veía mover sus labios pero no escuchaba nada, para mí no emitía sonidos, ¡activen los subtítulos! parece que grité, y ella, callando de golpe me cacheteó la cara. No hablamos el mismo idioma, me gritó y volví al mundo sonoro y en mi espalda tenía la sensación de haber estado acostado por mucho tiempo.
La gente pasaba alrededor como fantasmas que trataban de asustar, pero con esas sábanas amarillentas daban pena, el viento levantaba las hojas que infructuosamente trataba de apilar un viejo de cotona azúl, una pareja de escolares caminaban de la mano.
Ponme atención cuando te habló, dijo, y yo, como volviendo de otro mundo, me hablabas?, contesté. De eso me tienes aburrida de que nunca sea importante para tí, me gritó y noté como nunca una mirada húmeda y tierna, y fue en esa tarde gris con extrañas pintas celestes donde la ví por última vez, porque después de esa frase supe que era el momento de dar el tiro de gracia, no me busques más, ya nunca estaré, dije, y esas pintas celestes resbalaron por sus mejillas y fueron a enterrarse en la sequedad de las hojas que como alfombra persa se extendían bajo nuestros pies. Me acerqué y la besé en sus amoratados labios, estaba fría, la ducha helada se había extendido por más de lo normal. Me dí vuelta y comencé a andar, en realidad flotaba, sentía como que seguía en la cama y me llevaban a algún lugar donde a ratos pasábamos por ventanas de las cuales me daba el sol por entre los visillos. No recuerdo si miré atrás buscándola. El frío se despedía y comenzaban a caer gotas primero esparcidas y luego más constantes, y comprendí, en esa fría tarde gris que cada pinta celeste no eran los claros que adornaban el cielo color ratón, sino las gotas que pasaban frente a mis ojos, cada pinta celeste era en realidad una burbuja en cuyo interior, como fotografías escalofriantes, aparecían escenas de mi vida y de la de ella, de nuestra vida juntos en sinergia, en esa tarde gris donde cada gota que caía dejaba su estela celeste delante, una especie de cortina o biombo que hasta el día de hoy me cuesta dejar atrás.
9 comments:
Uauuu,..
(oh, disculpa, prendieron las luces.. sí, venia de pasadita..)
Con permiso..
Te pasaste!!, buen corto... podría seguir tu historia..
Slds
Hola!
Te leí ayer y no pude comentar la historia, esta buena, mezcla de pena-rabia... las rupturas son asi, digamos que esa es la parte mas clara... lo de fresquito y ducha fria y caliente... no sé!
Igual buenos intentos!!
Saludos!
Waaa!! escalofriante, sabes una vez senti algo asi, eso de qe te hablen y hablen y uno este como mirando atravez de esos vidrios de las peliculas de policia.
La vida sigue y cada vez que me topo con personas que han sufrido algun tipo de ruptura, veo lo poco tolerantes, lo poco comuncadores que nos hemos vuelto los de esta generacion, el recambio.
En fin sigue adelante con tus escritos.
nos leemos
Caray me recuerdo el sospechos racionamiento que está haciendo el gobierno acá, en Costa Rica.
RECUERDOS, existe alguna palabra más heavy que esa?¿?
hay cosas que pasan directamente al subconciente, no hay proceso, ni filtros, hay que sacarlas con terapias.....pero los recuerdos, los recuerdos NO, tienen su lugar, están ahí, imágenes, recuerdos, olores,.....Dificil....
quieres vivir en eso?¿
o dar un paso lo suficientemente largo para no caer?¿?
.
..
....
bravo.
Yo volviendo de a poco...y floja para leer.
ja!
Sólo te dejo mi saludo.
A mi también me cuesta dejar atrás esas imágenes, y tuve que dejarlo así, una tarde de lluvia, él mojándose y yo tratando de protegerme, de la lluvia y de él.
Por difícil o equivocados que nos sintamos cuando pronunciamos las palabras finales, siempre es mejor decirlas.
Me encantó tu historia
jooooodeeer...
no sé cual de las tuyas/mias letras, al verlas y leerlas desde aduera, me aterró más o me sacudió..
deja voy a secarme y luego lo releo..
this is too fckng a deja vu..
too much-
V.
by the way te cité con todo y las memorias que tú tomaste..
ladrón q roba a ladrón :P
me-
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